Nada en este mundo puede hacerte ningún daño, a menos que así lo creas. Nada en este mundo puede afectar en lo más mínimo a Aquello que tú realmente Eres, a menos que te identifiques con aquello que no puedes ni nunca podrás llegar a ser, en absoluto. Lo que realmente Eres, lo que realmente Somos y que compartimos en total y constante Unidad es y siempre será completamente invulnerable. ¿Cómo puede lo que es Uno, lo que goza de completa Igualdad y que comparte una Única Identidad, fragmentarse, atacarse a sí mismo y comportarse como si tuviera distintas partes que se encuentran divididas y en lucha entre sí?
¿Cómo podrían las aguas de una misma Fuente intentar destruirse a sí mismas, o ir en contra las unas de las otras, de tal forma que su cauce acabase siendo caótico o inexistente? Pues en el Río que es la Vida no hay ni siquiera “aguas”, tan sólo hay Agua. Y aquello que goza de una misma identidad, esencia e integridad, como las distintas moléculas de agua de una gota de agua, y las distintas gotas de agua que forman el agua de un río, o de un lago, o de un mar, o de un océano, o del vapor en el aire, aquello nunca podría verse en absoluto separado o en lucha consigo mismo a no ser que así eligiese aparentar estarlo, aunque tan sólo temporalmente. Pues todo al final vuelve a la Quietud, más allá de todo temporal alboroto.
Y el tiempo no existe, más que en la mente que intenta a toda costa pensar finitamente. La mente intenta recordar un pasado y vislumbrar un futuro, más lo único que está haciendo realmente es imaginarlos a ambos en el único tiempo e instante que existe: el Presente. El tiempo y el espacio son lo mismo. Y el único espacio y el único tiempo que existe es el que hay entre dos pensamientos, ideas o percepciones. Más esas ideas derivan su sensación de existencia y realidad del poder con el que les dota la mente que las piensa. De por sí no podrían existir.
¿Y qué existe en ese espacio, en ese tiempo, entre esos dos pensamientos o percepciones, cualesquiera que sean? Silencio. El más absoluto Silencio. Paz, Amor, Dicha, Plenitud. Y dentro de ese espacio sin límites la mente vuelve a optar por crear e identificarse con una idea concreta, y con la que vino antes, y con la que vendrá después, estableciendo comparaciones infinitas, para percibirse de nuevo separada y fragmentada en una innumerable legión de ideas contradictorias y en conflicto y sin sentido alguno. Más todas ellas tienen un Único Sentido y un Único Propósito. Todas ellas tienen un Único Origen y un Único Destino del cual emergen y en el cual desaparecen. Su Fuente es la Mente en la cual parecen morar durante un instante.
Esa Mente, esa Consciencia, no tiene fronteras, no tiene límites, no está dividida. Todo pensamiento, toda idea, toda emoción, toda sensación, nacen y vuelven a fundirse en su Fuente, pues tal es su Origen y su Destino. Al igual que todas las aguas de todos los ríos y lagos y de todos los casquetes polares tienen su origen en el Océano, y que por evaporación o por condensación parecen separarse del Mismo, siempre acaban volviendo a Él una vez más, y comparten con Él, a lo largo de todo su viaje, Su misma esencia. Y solamente existe un Único Océano, pese a los distintos nombres que se le quieran dar. Y al igual, solamente existe una Única Mente, un Único Ser. Y ese Ser es lo que tú y yo Somos, y lo que todas las cosas que puedas ver, tocar, percibir, sentir, pensar o imaginar, Son.
¿No es acaso la mente con la que piensas siempre la misma, pese a que a veces elija pensarse a sí misma de maneras distintas? ¿No es ese espacio en el cual emergen y en el cual desaparecen todos tus pensamientos siempre el mismo? El Silencio es Silencio. La Quietud es Quietud. La Paz es Paz. El Amor es Amor. Y no hay ninguna forma de que sean, en ningún momento, algo distinto. Lo único distinto y que parece cambiar, son los pensamientos que parecen ocupar ese espacio de Plenitud total del cual brotan. Y la mente, en su empeño por hacerlos reales o por hacerlos desaparecer, como si confirmasen o amenazasen su seguridad, se aferra a ellos o se defiende de ellos intentando que alguna u otra idea o identidad sobreviva al resto.
Más, ¿qué es lo que hace el Silencio con todo eso, con todo ese juego que se juega en la mente? ¿Qué hace la Quietud del fondo del Océano ante toda esa frenética agitación que ocurre en las olas de su superficie? ¿Qué hace la Paz mientras dura toda esa pelea infantil y todo ese griterío sin sentido? ¿Qué hace la Dicha ante todas esas lamentaciones? ¿Qué hace el Amor, mientras todo ese miedo, ese odio, esa guerra y esa separación parecen tener lugar y afirmar y defender su existencia, pidiendo al Amor mismo que les ame y les proteja de todo el mal, el peligro, el castigo y la culpa que les acechan en cada instante? El Silencio, la Quietud, la Paz, la Dicha, el Amor, ante todo ese movimiento incesante, tan sólo pueden seguir Siendo lo que Son, y obrar en armonía y coherencia con lo que Son, contemplando a todo ese patio de niños alborotados en su total Inocencia. ¿Qué hace el Amor? Tan sólo Amar ¡No puede hacer otra cosa!
¿Estás dispuesto tú también a hacer únicamente ESO? ¿Estás dispuesta a reconocer tu Herencia, tu Origen y Destino, tu Voluntad, y a unirte a Ese Único Propósito, tú Único Propósito y el de Todas las cosas? El Amor, que es Paz, que es Felicidad y que es Plenitud, te invita en cada instante a que contemples junto a Él todo lo que piensas, todo lo que sientes, todo lo que ves, lo que oyes, lo que tocas, lo que percibes, y en un acto de total Confianza permitas que todas las cosas se fundan en Su cálido y amoroso abrazo, para no volver nunca más a molestarte ni a perturbarte, en el Re-Conocimiento de que ese Amor Es lo que tú Eres.
Ama y descubrirás Quién Eres. Ama y no contemples ninguna diferencia y gozarás de plenitud. Ama y sabrás lo que es estar en Paz. Ama y sabrás lo que es la Felicidad. Ama y serás libre, pues no tendrás nada que temer.
Jorge Pablo Pérez