Muy a menudo escuchamos, pensamos y decimos, que somos Uno con todo lo que nos rodea, que formamos una Unidad con la totalidad del Universo conocido y desconocido. Esta condición de Unidad se extiende y se aplica asimismo a nuestra relación con el Ser, con Dios, con la Inteligencia Creadora o con la Fuente, según cada cual elija llamarla. Esta idea se halla presente en casi todas las tradiciones religiosas y espirituales del mundo, así como en las palabras y obras de muchas personas. En los tiempos modernos, contamos también con el respaldo científico de las nuevas ciencias y de la física cuántica, que han venido demostrando que se trata de un hecho más que de una fantasía. Pero la cuestión es: ¿Cómo podemos vivir esa experiencia de Unidad?

Presentamos brevemente lo que postulan algunas doctrinas no-dualistas, y en los siguientes artículos veremos cómo poner en práctica todos estos principios en nuestra vida cotidiana.

1. Tanto la física cuántica, como el Vedanta Advaita y otras enseñanzas no-dualistas nos dicen que “el observador influye sobre lo observado”, y que esto es debido a que en realidad no existe ninguna separación entre ambos. Esta separación sería “una ilusión óptica de la consciencia”(Albert Einstein). Además, nada de lo que percibimos serían fenómenos sólidos e inmutables, sino más bien una representación de ideas(como decía Platón) en forma de imágenes(o símbolos) que acontece dentro de una Consciencia o Mente Inteligente(Max Planck) que sería la creadora de dichos objetos.

2. No-dualidad o Unicidad, implica que no estamos en ningún momento separados de aquello que nos sucede, sea esto algo interno o externo, ni separados de la Consciencia que es el origen de todo aquello que percibimos. La causa y el efecto nunca están separados, y no puede haber un efecto sin causa. “Los pensamientos nunca abandonan su Fuente” según “Un Curso de Milagros”. La Mente es la Fuente y la causa de los pensamientos, los pensamientos de las emociones, y las emociones generan la energía que crea lo físico. Ninguna de ellas se halla separada de las demás, y todas ocurren como consecuencia de la causa original, la Mente o Consciencia.

Todo lo que percibimos, sentimos o pensamos, ocurre dentro de esa Consciencia y es el reflejo de cómo percibimos la realidad y a nosotros mismos. Proyectamos nuestros juicios acerca de la realidad y los percibimos representados como algo externo, en todo aquello que entra en contacto con nuestra consciencia y nuestras experiencias en el mundo físico.

Toda manifestación y suceso, todo síntoma o enfermedad, toda experiencia es en realidad una proyección o representación de nuestros propios pensamientos, creencias, emociones y juicios. La clave, una vez que están siendo experimentados o representándose ante nosotros, reside en cómo nos relacionamos con ellos. Tomando consciencia, desde una actitud abierta, ecuánime y de aceptación profunda(desde una conciencia amorosa), todo lo que percibamos o experimentemos nos estará revelando un mensaje importante acerca de cómo nos percibimos a nosotros mismos, y al mismo tiempo nos estará sirviendo de puente para conectar con la verdad que reside detrás de todo síntoma, esperando a ser experimentada.

3. No-dualidad, tomando como referencia a Antonio Blay o a “Un Curso de Milagros”, también implica que en esencia no existen dos órdenes de realidad distintos, contrapuestos y en conflicto. No existe, en definitiva, el “bien” y el “mal”, la “luz” y la “oscuridad”, el “amor” y el “miedo”. Tan sólo existe una de esas cualidades, o bien la ilusoria sensación o percepción de falta, déficit o ausencia de la misma. Lo que percibimos o experimentamos como “mal” o “malestar” sería una experiencia de ausencia de “bien” o “bienestar”; el “miedo”, una falta o ausencia de “amor”; la “tristeza”, ausencia de “alegría”, etc. En el fondo, éstas nunca están en absoluto ausentes de nuestra conciencia. La propia tristeza nos habla de una alegría que anhelamos, así como de los objetos con los cuales la asociamos y de la ausencia de los mismos. Nuestra resistencia o negación en un momento dado a experimentar su presencia genera una sensación de separación y carencia de los mismos. A través de la simple observación y aceptación ecuánime de todas nuestras percepciones, sensaciones, emociones y pensamientos, la cualidad “positiva” y real que existe detrás de todo fenómeno consciente está esperando ser actualizada y experimentada en toda su plenitud. Aceptando y abrazando en nuestras mentes el miedo, la tristeza o la ansiedad, seremos capaces de vivir un proceso natural de integración de dichas emociones, y de liberación de ese espacio en nuestra conciencia para la presencia del Amor cuya aparente ausencia esas mismas emociones nos señalan.

4. La No-dualidad resalta que no somos algo separado de nuestra Fuente, del Universo, de la Vida, y que esta sensación de separación existe únicamente debido a nuestra decisión de percibirnos y experimentarnos como algo separado de la Realidad. Esto es lo que en la literatura judeo-cristiana se ha venido a conocer como la caída o el pecado original: un simple error de percepción, de que nos encontramos separados de nuestro Origen(el Paraíso, el Cielo, etc.), de la Fuente universal de Plenitud, Paz y Amor ilimitados. Este error de percepción da lugar a una serie de experiencias de carencia, falta o desconexión de esa Consciencia Creadora de la que formamos parte.

Tal y como lo expresan muchas enseñanzas, la Paz, el Amor y la Plenitud son nuestra única Realidad, y lo único que tenemos que hacer es liberarnos o deshacernos de los obstáculos e ilusiones que nosotros mismos hemos puesto en nuestra conciencia. Una vez hecho esto, lo único que permanece es lo Real, y eso será lo único que experimentemos. Pero para liberarse de algo, antes tenemos que verlo y conocerlo, siendo conscientes de su existencia, por mucho que ésta sea irreal. Dada su irrealidad, una vez observado e integrado, la Realidad que se esconde detrás de esas apariencias será revelada. Una vez que nos responsabilicemos de todo lo que vemos, pensamos y sentimos, podremos permitir que se produzca algún cambio real en nuestra experiencia. Como reza “Un Curso de Milagros”: “Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios”. El problema reside en percibir esos contenidos o experiencias como amenazantes y problemáticas y por lo tanto luchar contra ellas o rechazarlas. Pero “todo lo que se resiste, persiste.”(Carl G. Jung). Y la solución radica únicamente en su aceptación y posterior disolución en el Todo del cual forman parte: la Consciencia que las ha creado, la cual nunca puede verse amenazada. Esto sólo puede hacerse a través del Amor, ya que esta Consciencia no puede hacer otra cosa que Amar.

Jorge Pablo Pérez

Artículo publicado en la Revista VERDEMENTE, nº 166, Marzo 2013