Dentro de ti mora lo más sagrado del Universo. En ti se encuentra la Verdad viviente que da lugar a toda la Vida que mantiene vivo a tu cuerpo, tu mente y tu propio Ser. Dentro de ti, tan cerca, y sin embargo lo buscas siempre lejos, tan lejos. Lo buscas fuera, lo buscas más allá en el tiempo, en un futuro lejano que imaginas y vislumbras refulgiendo con fuerza ante ti, pero que mantienes siempre lejos de tu alcance. Más esa Verdad viva, pura, inocente, plena y radiante se encuentra más cerca de ti que tu propia voz, tus propios pensamientos, tu propia respiración. Se encuentra tan cerca que ni siquiera puedes verla, ni tocarla, ni escucharla, ni alcanzarla en modo alguno, pues se trata de ti, de ti mismo: ES QUIÉN TÚ ERES.

Tu ego siempre intenta y seguirá intentando convencerte de que esa Verdad acerca de ti es algo que se encuentra fuera de tu alcance, más allá de este instante, en otro tiempo, en otro lugar, en el pasado o en el futuro, en otro instante, en otro tiempo, en otro momento, en otro lugar y en otro estado distinto de en el que ahora mismo te encuentras. Y eso es el ego, en definitiva: la idea, la creencia, el pensamiento de que te encuentras separado de tu Realidad, de quien Tú Eres; la idea de que careces de la Plenitud, el Amor y la Paz que tanto ansías experimentar. Pero no siendo más que una idea, ¿dónde se encuentra? ¿Dónde mora? ¿A quién pertenece esa idea que llamas “tu ego”? Es a ti a quien pertenece, por supuesto, y es en tu mente dónde se encuentra.

Esta idea es lo único que supone un obstáculo entre tú y tu propia liberación de la esclavitud a la que te somete, una y otra vez. Más esto es así tan sólo en apariencia. Pues no es más que tu propia decisión de experimentarte cómo algo limitado y carente lo que produce dicha sensación de limitación, dicha experiencia de carencia, de falta de paz y de plenitud. Eres tú quien tiene esa idea, una y otra vez, y quien le da todo el poder con el cual tu mente la ha creado y le otorga toda la sensación de realidad necesaria para que parezca ser lo que no es: real. Es de tu mente de dónde extraes todo el poder con que brindarle a esa idea la apariencia de realidad que fabrica todas tus experiencias dentro del mundo de lo limitado, lo impermanente y lo efímero. Por lo tanto esa idea no es tanto el problema como el efecto de esa decisión de otorgarle realidad, credibilidad y validez. Y todo el poder necesario para que dicha idea de carencia e incompletitud tome forma, en tu experiencia, se encuentra en tu mente.

Ese poder con el que dotas de realidad a algunos pensamientos, emociones y experiencias proviene de una fuente mucho más amplia, vasta e ilimitada que lo que normalmente contemplas y concibes como tu propia mente. Está ahí, a su alcance, en todo momento, y es de dónde tu mente extrae todo su poder creativo. Más te olvidas de ello cuando le otorgas a tus propias creaciones la ilusión de tener algún tipo de poder sobre ti y sobre tu propia realidad, olvidando que eres ese poder mismo a través del cual tu mente crea todo lo que consideras real o imaginario. Ese poder es la Fuente del cual tu mente, tu cuerpo, tu mundo y el Universo entero viven y se multiplican. Esa Fuente es tu Ser, y el lugar sin espacio y sin tiempo de donde toda Vida emana y donde tiene su hogar, y nada puede mantenerte separado, en ningún momento, de esa Fuente que es tu Ser, salvo tu propia decisión de percibirte a ti mismo como si así lo estuvieras.

Vuelve, por lo tanto, receptiva de nuevo a tu mente a esa Fuente que Eres Tú y que es tu Ser. Entrega tu mente por completo, en cada instante, a esa Fuente que es tu Consciencia de Ser, sin darle importancia a lo que sea que tu mente haya podido crear o esté creando en este momento, sea en pensamiento, emoción, palabra o acción. Ve más allá de todas esas creaciones falsas de tu mente y observa como se disuelven en su propia Fuente, tu propia mente, mientras la usas únicamente a favor del propósito de conocerse a sí misma tal y cómo realmente es, en toda su verdadera naturaleza y su radiante esplendor. Entrega tu mente a la luz, la paz y la quietud en la cual todos los movimientos, las búsquedas y los esfuerzos cesan para dar lugar a la Paz inalterable y eterna en la que tú verdaderamente moras, más allá de los efectos de cualquier pensamiento o percepción que sobre ti mismo hayas podido albergar. Descansa tu mente en la quietud infinita de la cual extrae todo su potencial creador, y permite que ésta vuelva a su hogar, y a que por fin descanse en la Paz de la cual proviene y a la cual no puede sino retornar.

Esa Paz es tu Fuente, tu Ser, tu Consciencia despierta, más allá de la cual ningún pensamiento de carencia, temor o duda puede existir, siendo una Paz a la cual ninguno de esos pensamientos jamás puede ni podrá afectar en lo más mínimo. Deja que tu mente descanse en su Fuente, y déjate descansar a ti mismo junto con ella. Toda idea de carencia y separación, toda percepción de que te falta algo para alcanzar esa misma Paz que en el fondo de tu Ser eres y serás siempre, no tienen ninguna vida, ningún poder, ni ninguna realidad por sí mismas, más allá de la que tú quieras otorgarle, en un intento descabellado de alterar tu eterna e inmaculada realidad. Más esta Realidad, la Verdad acerca de quién eres, Aquello que realmente eres, mora inalterado, siempre, en el fondo de tu mente, esperando con infinita paciencia a que te reconozcas a ti mismo de nuevo en toda tu profunda y majestuosa Verdad, Belleza y perpetua Armonía.

Y así como el fondo del océano no se ve afectado en lo más mínimo por el incesante movimiento de las olas del mar en la superficie, así tu Consciencia, tu Fuente y tu Ser, no se ven nunca afectados por esos pensamientos superficiales, por esas falsas percepciones y por esos vanos intentos por tu parte de concebirte como alguien o algo que carece de toda la Paz, la Belleza y la Plenitud en la que siempre moras y con la que siempre serás Uno y Lo Mismo.

Descansa pues, en esa Paz inalterable, no importa lo que esté sucediendo en tu mente, en tu cuerpo y en tu mundo. Esto tan sólo depende de tu aceptación de ti mismo y de tu única realidad, y de la realidad de todas las cosas, aceptando que tus pensamientos son tan sólo pensamientos, tus emociones tan sólo emociones, y tus creencias, tan sólo creencias, y abriéndote a aceptar lo que todas las cosas son, como partes de ti mismo, más no siendo la totalidad de lo que tú realmente eres. Acéptate a ti mismo en este instante, en este estado en el que te encuentras, y permítete deslizarte suave y dulcemente hacia lo más profundo, lo más inmediato, lo más cercano a ti mismo que jamás hayas podido encontrar ni puedas encontrar: tu propio Ser, puro, perfecto, incondicionado e inmaculado, en la perfecta paz en la que aquí, ahora y siempre se encuentra. Y permite que todas las cosas, tanto creadas como imaginadas, reales y falsas, se disuelvan junto contigo en esa Paz en la cual tienen su origen y a la cual han de retornar, una vez que tú así lo decidas y lo permitas.

Descansa en Paz, pues esa es tu única realidad.

Escrito el Jueves 16 de Abril del 2015